Consejos prácticos para la puesta en práctica de la alimentación para la salud
La alimentación para la salud obedece a reglas simples y precisas pero flexibles, importantes de conocer y de aplicar, pues son validas a cualquier edad y para el conjunto de enfermedades que desea prevenir o que pueden surgir.
La alimentación común y corriente, aunque sea variada, tiene dificultades para aportar en cantidades óptimas el conjunto de micronutrientes indispensables para la salud: sin embargo, le hace falta estar muy atento a su composición, sabiendo que ésta constituye una condición necesaria, pero absolutamente no suficiente para la forma, el bienestar, la salud y la longevidad.
Numerosas circunstancias (actividad deportiva regular, control de conocimientos o examen, problema infeccioso, estrés, cansancio excesivo, enfermedad, etc.) intervienen además para provocar un aumento en las necesidades… que deben corregirse en forma obligatoria: por consiguiente, la complementación con antioxidantes es, con mucha frecuencia, totalmente indispensable para la salud.
EL PUNTO DE PARTIDA: HUYA DE LOS MALOS HABITOS
La alimentación común y corriente en el mundo moderno no sigue un modelo equilibrado
Consumos en exceso:
- Calorías
- Grasas saturadas (mantequilla, embutidos, quesos, pastelito, etc.)
- Grasas modificadas (frituras, margarina, mayonesa, etc.)
- Acido linoleico (aceite de girasol o de maíz, etc.)
- Azucares rápidos (mermelada, miel, azúcar etc.)
- Sustancias toxicas originadas por el modo de cocción (temperatura demasiado alta, durante un tiempo demasiado largo, con un aceite mal elegido etc.) o por la utilización de un asador horizontal.
- Insecticidas, nitratos, pesticidas, etc. Que han invadido la industria agroalimentaria.
No absorbemos suficiente cantidad de:
- Frutas y verduras,
- Minerales, oligoelementos, vitaminas, etc.
- Proteínas vegetales (leguminosas etc.)
- Acido alfalinolénico (aceite de colza, de nuez, de soya, así como verdolaga y nuez, etc.)
- Pescados y grasos
- Fibras
Debe entonces comenzar por disminuir o suprimir de su alimentación los alimentos nefastos consumidos en demasía, y privilegiar los alimentos beneficos para su salud, pero que se aportan de manera insuficiente.
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