El Acne
El acné es una enfermedad universalmente conocida (probablemente la enfermedad de la piel más frecuente) que se presenta casi exclusivamente durante la pubertad, cuando se produce el cambio de la infancia a la edad adulta.
Se calcula que tres cuartas partes de los jóvenes lo sufren en mayor o menor medida. No se trata den general de una enfermedad peligrosa, pero supone un gran problema para muchos adolescentes en un momento en que se suele plantear una crisis de identidad.
Con la cara y la piel bonita parece que esta crisis personal tenga que ser menor, y a la sombra de esta insatisfacción personal se venden muchos productos que prometen una solución eficaz al problema. Esta solución no es ni simple, ni fácil y aunque se suele solucionar con el paso de los años, nunca estará de más tomar algunas medidas para controlar este engorroso problema.
De que se trata
El acné es una enfermedad inflamatoria del folículo polisebáceo, una estructura glandular destinada a segregar grasa para proteger la piel y a formar el vello o el cabello. Por ello el acné se localiza en las zonas donde hay una mayor acumulación de glándulas sebáceas, o sea, en la cara y en la parte superior del tórax. Por esta misma razón, el acné aparece con mucha mayor virulencia en individuos con exceso de secreción grasa, lo cual depende de factores hormonales muy frecuentes en la pubertad. Las glándulas sebáceas de la piel pueden estar unidadas al folículo piloso, lubricando el cabello, o solas, pero en ambos casos segregan la misma sustancia, el sebo, que contribuye a formar una delgada capa grasa protectora que lubrica la piel y la mantiene bien hidratada.
El acné se inicia con la presencia del llamado barro o comedón, un granito lleno de grasa que en su parte superior habitualmente presenta un punto negro. Antes se creía que este color oscuro era debido a la oxidación de una sustancia llamada queratina, pero hoy en día se ha podido comprobar que se trata de una acumulación de pigmentos de melanina.
En el folículo sebáceo-piloso se multiplican unas células llamadas queratinocitos que se mesclan con el sebo existente dentro de la glándula; parece ser que la deficiencia en esta zona de ciertos ácidos poliinsaturados, como el acido linoleico, estimula este proceso. A pesar de que localmente existe deficiencia, en la mayoría de las ocasiones no se relaciona el acné con una deficiencia de acido linoleico en la dieta, sino de un desequilibrio provocado por los cambios hormonales.
El acné por sí solo raras veces se infecta, a menos que se expriman lo comedones sin unas condiciones de asepsia, lo cual es muy frecuente; es entonces cuando se produce una pequeña infección que da lugar a un grano de pus (un grano de color claro rodeado de un área de inflamación). Además, al reventar los granos formamos al sebo a buscar una vía de expansión, que en la mayoría de las ocasiones es hacia fuera, pero no siempre; con mucha frecuencia reventar los granos facilita la infiltración de las grasas en el tejido circulante , lo cual agrava el problema.
Por otra parte, todas estas condiciones que hemos expuesto favorecen el crecimiento de un germen llamado corynebacterium acnei (o propionibacterium acnei), que se ha considerado en muchas ocasiones el causante del acné. Sin embargo, debemos tener en cuenta que este microorganismo necesita un entorno muy graso para sobrevivir y que tan solo contribuye a volver crónicas las lesiones del acné, pero no es su causa primaria. Los estudios microbiológicos parecen indicar que el acido linoleico actuaría a modo de antibiótico frente a este germen saprofito.
Que debemos comer
Tomar alimentos que contengan vitamina A de manera natural, como los tomates, las zanahorias, las espinacas, los albaricoques o los melocotones.
Tomar una buena cantidad de ácidos grasos poliinsaturados de buena calidad biológica, como los que se encuentran en los aceites vírgenes obtenidos por presión el frío (oliva, girasol, soya, maíz, onagra, borraja, lino, etcétera). Debe evitarse el consumo de acidos grasos de tipo trans.
{jcomments on}