Las emociones y el cáncer. Sanación y enfermedad
El desarrollo del cáncer depende y mucho de lo que comemos, pero también depende de nuestras emociones, de nuestra manera de afrontar los conflictos y relacionarnos con nosotros mismos y nuestros semejantes. Según el doctor Hammer, los conflictos pueden ser el origen del cáncer. A día de hoy, la ciencia aun no ha podido identificar los conflictos como un carcinógeno, pero si ha demostrado que los conflictos no resueltos y el estrés contribuyen a que el cáncer se desarrolle más deprisa.
Ya el médico griego Galeno observó que las personas deprimidas eran especialmente propensas a desarrollar cáncer. En 1701 el prestigioso doctor Gendron apuntaba “la importancia de los desastres de la vida que causan dolor y pesar en el desarrollo del cáncer”.
PERSONALIDAD PROCÁNCER.
Se han relacionado ciertos rasgos de personalidad con una mayor propensión a padecer cáncer. Los psicólogos Carl y Stephanie Simonton llevan toda una vida profesional ayudando a personas con cáncer. Afirman que las personas con esta enfermedad suelen tener rasgos de personalidad característicos.
Las personas con cáncer suelen haberse sentido rechazadas en su infancia, por falta de amor de sus padres, etc. Esta falta de aceptación hace que los niños se crean vulnerables y débiles y en la edad adulta se aferren a quien le demuestre afecto y amor, ya sea una pareja, un hijo o un trabajo. Para evitar perder ese afecto tienen a no enfadarse nunca, a no saber decir NO, a estar siempre disponibles para los demás y a asumir demasiadas cargas y responsabilidades con tal de agradar y no perder esa relación afectiva. Dependen de un trabajo, de una pareja o de un hijo para ser felices y sentirse amados y realizados. Si se pierde ese trabajo, o la pareja se aleja o el hijo se va a vivir fuera del hogar, el sufrimiento emocional es inmenso y se vuelven a revivir traumas de la infancia que creíamos olvidados. Estas situaciones crean impotencia y estrés, lo que hace que se activen los factores inflamatorios y se deprima el sistema inmune, factores ambos que contribuyen al desarrollo del cáncer. Suelen guardar ira y rencor que no manifiestan por no crear conflictos.
Las personas con cáncer no suelen pedir ayuda a los demás, tienden a querer hacerlo todo ellos solos. Por eso, si tienes cáncer ¡no te hagas el fuerte, pide ayuda!
Yo cumplía a la perfección este perfil. De pequeña me sentía rechazada a causa de un defecto físico y pensé que nadie me querría nunca. Imagínate lo acomplejada que estaba que creía que jamás tendría una pareja que me quisiera. Me sentía más fea que todas mis amigas, estaba muy acomplejada. Eso me hizo ser complaciente con los demás para evitar el rechazo y tener amigos. Me ha costado decir no. Siempre he asumido mas cargas de las que he podido. He vivido de cara a los demás y pensando en los demás antes que en mi. Vivía estresada intentando agradar en mi trabajo, pensando antes en el bienestar de los pacientes que en el mío propio, intentando agradar a amigos y familia. Trataba de ser la súper madre que todo lo puede y que no quiere defraudar a su hijo ni dejarle desatendido un segundo, aunque fuese a cambio de no dedicar ni un minuto a mi autocuidado. Vivía por y para él ofreciéndole todo el amor que yo no sentí de pequeña.
Ahora he cambiado. Solo hago cosas cuando realmente me apetecen y pido ayuda antes de verme desbordada. Solo asumo las responsabilidades que realmente me apetecen. Primero miro por mí y después por los demás. No es egoísmo, es amor hacia mí. Ahora sé que para poder tratar bien a mis pacientes primero debo quererme a mí. Regularmente me dedico mi tiempo para meditar, parear, regalarme un masaje o leer un libro. Antes no lo hacía, solo miraba por los demás.