No Empieces una dieta que termine algún día, Comienza un estilo de vida que dure para siempre.

Exactamente, las dietas no atacan el origen del problema, es decir, no generan un cambio permanente en los hábitos alimenticios.

Pero además existe otra razón: la obesidad puede explicarse como la incapacidad de la persona para controlar su conducta al comer. Las dietas proponen que el individuo empleando únicamente  su fuerza de voluntad (y nunca mejor empleada la palabra fuerza para designar lo que se requiere) controle la ingestión de alimentos, y aquí radica el problema, ya que aboga porque la persona lleve a cabo una conducta en la que precisamente ha demostrado ser incapaz.

No se le otorga ningún tipo de apoyo, como un cambio en las situaciones que propician su comportamiento o una en las situaciones que propician su su comportamiento o una motivación continua para lograrlo. En estas condiciones tan adversas, la persona tarde o temprano no resistirá la tentación de comer en exceso como acostumbraba, con el consiguiente aumento de peso y la y la frustración de haberse sometido a un sacrificio cuyos resultados fueron tan efímeros.

La frustración, incluso, puede provocar mayor consumo de alimentos y, por tanto, mayor obesidad.