Recupera el sentido de la vida
Así pues, ésta es la cuestión que debemos resolver urgentemente.
¿Qué tengo que hacer yo hoy, no para evitar el dolor físico (puesto que sabemos que los centros de cuidados paliativos ya cuentan con medios técnicos para ello) sino para evitar el terrible sufrimiento psíquico que supone tener la impresión de haber desaprovechado el tiempo, de vacío existencial, de vivir en el sinsentido y privado de cariño?
A decir verdad, sólo se puede hacer una cosa: concentrarse en la única tarea que merece la pena y que no es otra que descubrir y sacar el máximo partido a aquello que mejor se nos da para contribuir, a nuestro nivel, a hacer que el mundo sea más bonito.
Cada persona, según su situación, puede encontrar la forma de hacer el mundo mejor: arrancando una sonrisa a alguien; preparando un plato que huela muy bien y alegre a aquellos que nos rodean; quitando una mala hierba o podando un arbusto.
Y si conseguimos hacer que florezca una fila entera de lechugas bien verdes, unas espléndidas zanahorias y unos magníficos y sabrosos puerros, el mundo se vuelve todavía más bonito.
¿Y qué decir entonces si con nuestras propias manos conseguimos que crezcan árboles frutales, despampanantes rosas y macizos de rododendros?
¿Si hacemos feliz a un niño contándole una bonita historia, cantándole canciones o enseñándole un maravilloso poema?
¿Y si hacemos que nuestra bonita y acogedora casa se convierta en un hogar lleno de alegría y amistad en el que se acumulen recuerdos de emociones vivas, tanto para usted como para la gente a la que quiere?
La vida es hermosa cuando la sabemos vivir.