Sin Gluten no Quiere decir más Sano

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Cada vez son más los consumidores que deciden, sin diagnóstico médico, dejar de comer algunos nutrientes. Los alimentos para celiacos o con reclamos saludables son más caros.

La vida sin gluten no es barata. La Federación de Asociaciones de Celiacos de España (FACE) calcula que este año las familias con al menos un miembro que padezca intolerancia a esta proteína (presente en cereales) gastarán una media de 1.586,40 euros más que los hogares en los que no haya ninguno. Pese a este sobrecoste, cada vez son más las personas que compran productos con el sello Sin gluten por defecto, aunque no sufran intolerancia. Es una tendencia —avivada por actrices, cantantes y otras celebridades— que ha eclosionado en los últimos dos años: dieta sin gluten para adelgazar, para sentirse más ligero o más sano.

“Existe un número creciente de consumidores que no tienen un diagnóstico de intolerancia a los alimentos, pero consideran que su salud general mejora con la omisión de determinados ingredientes alimentarios como el gluten”, afirma un sondeo de la consultora británica Letherhead Food realizado en varios países europeos, entre ellos España. Y en EE UU, una encuesta publicada el año pasado por el grupo de estudios de mercado NPD concluía que el 30% de los adultos de ese país han dejado o intentan dejar de comer alimentos con gluten. Un porcentaje que contrasta con la tasa real de celiacos, que ronda el 1%.

Lo extraño es que esta creencia no tiene fundamento científico. “El gluten no engorda. Y evitarlo no solo no ayuda a adelgazar ni es más saludable si no se padece intolerancia, sino que además puede provocar carencias nutricionales en el organismo”, advierte la doctora Irene Bretón, miembro del área de nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). “No tiene ningún sentido retirarlo de la dieta por defecto. No aporta ningún beneficio y además no es fácil ni barato comer sin gluten, como bien sabe un celiaco de verdad. Y hay que compensar con otros alimentos las carencias que implica retirar ciertos productos, como la falta de fibra”, añade.

¿Por qué entonces el gluten se ha convertido, sin merecerlo, en el nuevo demonio de la alimentación? “Son modas. Ha pasado siempre con las dietas de adelgazamiento. Como el tratamiento del sobrepeso es muy difícil, cualquier idea nueva que prometa hacerlo más fácil se cuela rápidamente. Hay personas que llevan años a dieta y se agarran a cualquier método alternativo que aparezca”, sostiene Bretón. “Lo cierto es que quienes afirman haber perdido peso por no comer gluten o cualquier otro alimento no adelgazan en realidad por este motivo, sino porque suelen hacer una dieta diferente a la que hacen habitualmente, con menos calorías, y por eso adelgazan. La obesidad no tiene que ver con la intolerancia alimentaria”.

RAQUEL VIDALES 11 ABR 2014 – 20:58 CET

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