Las arterias piden que les presten atención

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Entrevista con las responsables de conducir el 18 por ciento de la sangre que sale del corazón.

Las arterias forman parte de un complejo entramado de ductos que, sumados, tienen una longitud de 150.000 kilómetros, por los que circula la sangre de la que dependen la nutrición y la vitalidad de todas las partes del cuerpo.

En entrevista admiten sentirse incómodas por el desconocimiento que la gente tiene de ellas y por el descuido permanente del que son objeto.

“Lamentablemente, solo nos tienen en cuenta cuando empezamos a molestar y eso, a veces, ya es muy tarde”, dicen.

Bueno, tampoco es que no se sepa quienes son…

Mire, la idea que tienen de nosotras es que somos unas mangueras que llevan sangre oxigenada a todos los rincones del organismo y eso no es tan fácil. Para hacerlo necesitamos una estructura y unas funciones muy especializadas que no se conocen.

Empecemos por la estructura. ¿Cómo es?

Imagínese un tubo con tres capas. Una externa, de colágeno muy elástico que nos deja dilatarnos; una media, de músculo que nos deja contraernos, y una interna, que forma un tapete llamado endotelio que produce sustancias y está en contacto con la sangre. Con ellas ajustamos presiones, modificamos flujos, aceleramos o paramos la sangre de acuerdo con las necesidades de cada órgano. No somos una mera manguerita, no señor.

¿Cómo es eso de las presiones?

Todo empieza en el corazón, que empuja la sangre con fuerza a las que somos más amplias. Al recibirla nos dilatamos y le mermamos velocidad, luego la enviamos a las arterias de menor calibre y ellas tienen la capacidad de apretarse o de agrandarse para aumentar o disminuir la presión del flujo. Imagínese el agua entre una manguera: sale más rápido y con mayor presión si el orificio de salida es pequeño, y viceversa. Claro, estamos inervadas por el sistema nervioso autónomo (simpático y parasimpático) que nos dice cuándo ampliar o reducir nuestros orificios de salida. Así funcionamos.

Ah… ¿Eso es la presión arterial?

Sí. Como puede ver, entre más elásticas y con buen calibre seamos, le ponemos menor resistencia al paso de la sangre para que fluya con la presión adecuada y llegue a los órganos sin dañarlos. Entienda, si perdemos elasticidad o reducimos de calibre, la sangre llega a su destino con más fuerza y poco a poco se lesionan tejidos y células de manera irreversible. Terrible.

¿Por eso es tan peligrosa la presión alta?

No solo por eso, también porque la tensión elevada puede rompernos y producir unas hemorragias las machas que pueden ser mortales.

¿Por qué pierden elasticidad y calibre?

Con la edad nos vamos endureciendo, eso se llama arterioesclerosis, pero también por la falta de ejercicio, el cigarrillo, la diabetes, la herencia, el colesterol y las grasas en exceso. Eso hace que nos degeneremos y nos lesionemos por dentro. Sobre esas lesiones se acumulan células como plaquetas y grasas malas que poco a poco van formando una placa llamada ateroma, que nos disminuye el calibre, incluso hasta taparnos.

Cuéntenos, ¿cuál es su relación con los infartos?

Volvamos a las placas. Ellas, además de disminuirnos el calibre, hacen que la sangre al pasar forme una turbulencia que, sumada a las plaquetas, logran que se coagule. Esos coágulos se llaman trombos, que también pueden obstruir el flujo en el sitio o desprenderse y tapar arterias más pequeñas. La obstrucción total, que deja un sitio sin sangre, se llama infarto. Algunos le dicen trombosis.

¿Y eso tan serio se puede prevenir?

Por supuesto. El ejercicio diario, la dieta baja en grasas saturadas, eliminar el cigarrillo, calmar el estrés y controlar la tensión arterial y la diabetes son cosas simples que nos ayudan mucho, pero que la gente desafortunadamente no hace. Aprovechamos la oportunidad para insistir en eso.

¿De qué más se enferman ustedes?

Como ve, nos endurecemos y padecemos arteriosclerosis, pero nos inflamamos también por infecciones o, por algunas enfermedades como la diabetes, nos podemos desgarrar y hasta deformar como en el caso de los aneurismas, que son adelgazamientos peligrosos en nuestras paredes que se pueden romper.

¿Hay alguna forma para saber si ustedes están sanas?

Claro, hoy todo es posible. Con el mero acto de tomarse la tensión arterial ya hay una idea, hay exámenes con imágenes o que miden el flujo. También se pueden determinar velocidades y ondas de pulso. Pero lo importante es que nos cuiden desde la casa, insistimos.

¿A propósito, cuantas arterias hay en el cuerpo?

La verdad, nadie sabe el número exacto. Imagínese, para garantizarle sangre a todo el organismo somos muchísimas. Claro, hay unas más populares, como las coronarias que le dan vitalidad al corazón, las carótidas que responden por el cerebro, la aorta que sale del corazón, las iliacas que llevan sangre a las piernas y las femorales que se les rompen a los toreros.

¿Algo más?

Que gracias por la oportunidad, que aprovecho para recordarle a todo el mundo que piense en nosotras, que nos demuestren cariño con ejercicio, comiendo sano, controlando la tensión arterial y mandando el cigarrillo al carajo.

POR CARLOS FRANCISCO FERNÁNDEZ, ASESOR MÉDICO DE EL TIEMPO

Con la asesoría de Gabriel Robledo K., director del Centro Cardiológico de Bogotá

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